sábado, 17 de diciembre de 2011

Bastante mal, al final.

Hay que ver lo mal que ha ido, al final, este año en el tema de la dieta. Todos mis objetivos han saltado por los aires y me encuentro con que hemos llegado a las Navidades y he fracasado estrepitosamente pese a los esfuerzos que he dedicado al tema.

Por un lado, la verdad, no me sorprende lo más mínimo que me encuentre así. Es una cuestión de conocerme a mi mismo.

Así que, ahora toca enfrentarme al año 2012 con nuevos objetivos y energía renovada.

A ver que se puede hacer.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Vuelvo


¿Creíais que ya estaba todo dicho y hecho en lo que a perder peso se trata? Pues ¡no! De resultas que, tras un periodo más bien agitado y negativo, he decidido retomar en serio el tema de la dieta para lograr cumplir mis objetivos de este año.

Siendo justo conmigo mismo, he sido yo el único culpable de que las cosas se hayan torcido de manera alarmante en estos últimos meses. Me he dejado llevar y me he abandonado. Soy justo, digo, porque reconozco mis fallos y mis recaidas. Soy justo porque no quiero mirar fuera los problemas que tengo dentro. Soy justo porque reconozco que todo lo que tiene que ver con mi peso nace y muere en mis debilidades y mis anhelos.

Así que, si todo va bien, hoy retomo la senda de perder peso y volumen. Es difícil, como todos los reinicios y no cuento con todos los apoyos que podría esperar ya que la vida tiene demasiados aspectos que escapan a mi control. 

Así que, con ustedes, nuevamente: un gordo que quiere dejar de serlo.

lunes, 3 de octubre de 2011

Hecatombe


Llevo unas semanas excepcionalmente malas en lo que se refiere a la dieta. Muchas cosas han convergido y han provocado que me desate y me pierda. Demasiados compromisos que no he eludido, demasiada confianza en una creencia de "no pasa nada porque me salte un poquito la dieta". El resultado es este: vuelvo a la senda del engorde y me alejo muchísimo de mi objetivo. De hecho lo hago casi inalcanzable en la fecha que me he propuesto.

110,5 

¿Fracaso? Por completo. Me he retratado una vez más y vuelvo a las andadas del autoengaño y la flagelación íntima.

¿Las causas reales, de fondo? La ansiedad y la decepción. O, en otras palabras, la facilidad con la que sucumbo a mi propia debilidad hacia el comer. 

¿La solución? No lo sé. Creo que, en cierto modo, estoy luchando contra una parte de mi ser que es esencial. Lucho contra mis raíces. Lucho contra mis "tradiciones". Dicho de otro modo, desde los ocho o nueve años como mal ¿cómo puedo cambiar algo qué he hecho prácticamente siempre? 

Empiezo a creer que es una batalla perdida.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Un poco de caos


Esta semana ha sido un poco caótica. En casa hemos disfrutado de exquisitas viandas y de dulces caseros que me han tentado con excesiva maldad. Tarta de queso con mermelada de frambuesa, turrón de chocolate con arroz, baclava casero... y de todo he podido comer gracias a que he estado haciendo equilibrios con todas las comidas.

Al final una cosa está clara: se puede comer de todo mientras se coma de un modo racional y controlado. Los abusos que he cometido este verano (de los que ahora, a toro pasado, me arrepiento) me llevaron a una conducta completamente irracional. Abusar de la comida (en todas sus variantes: bollería, helados, repostería, comidas pantagruélicas, picoteo a deshoras) me llevó a un progresivo hinchazón de mi cuerpo que yo, ufanamente, trataba de medir por medio del viejo truco de ver cuando cambiaba de agujero en el cinturón (y lo hice, claro).

La pesada al volver de vacaciones fue un mazazo esperado y demoledor. A fin de cuentas era la constatación de un fracaso que nacia de mi propia incapacidad para mantener la palabra dada. Un fiasco. Por eso ahora pretendo volver a la seriedad y la vocación inicial. Remarcarme los objetivos y seguir adelante.

domingo, 4 de septiembre de 2011

De nuevo, en el camino


Ahora que el verano toca a su fin es el momento de presentar las cuentas de los excesos cometidos en el ámbito calórico

Como ya dije, entre la última pesada anterior al veraneo y la primera posterior al mismo, me encontré con que a base de deslices y descontrol había engordado la friolera de CINCO kilos. Es mucho en tan poco espacio de tiempo se mire como se mire. Un gran fracaso en alguien que pretende lograr un control permanente del peso. Pero lamentarse sin más no sirve de nada salvo para crear frustración y desánimo. Así que, lo mejor que puedo hacer es volver al camino de la dieta y del control y, sobre todo, de la paciencia.

Dieta, control y paciencia. La clave para volver a convertir en habituales los trucos aprendidos antes del verano para contener la ansiedad y enfrentarme a esa voracidad que es implícita a los que somos gordos. Y en esas estoy desde hace dos semanas (aunque no haya habido entrada en este blog).

No me quejo. La primera semana perdí 2 kilos, probablemente beneficiándome del hecho de que esos kilos no estaban "asentados" (Unai dixit) y de que respondían a la hinchazón propia de quien abusa del comer mal. Se fueron facilmente y de manera ordenada. Ahora toca volver a la rutina y regresar a la senda que me permita alcanzar mi segundo y gran objetivo: llegar a 98 kilos de peso en Navidad.

Así que, tengo por delante una batalla de once kilos más o menos que espero vencer definitivamente. De ese modo podré luchar por lo que realmente me apetece: mantenerme entorno a 100 kilos de peso máximo y no pasar de ahí nunca más (¡uf! nunca más suena un poco largo ¿verdad?).

lunes, 22 de agosto de 2011

¡Cinco kilos, oiga!

Cinco kilos he engordado durante mis vacaciones caloricamente enloquecidas en el pueblo. Se dice pronto y, viendo mi extraordinariamente nefasto comportamiento, se consigue igual de rápido. No hay excusa salvo un dejamiento masivo, una autocomplacencia vomitiva y una debilidad de carácter congénita.

No hay mucho más que decir.

Vuelvo a empezar.

domingo, 26 de junio de 2011

El kilo de la verguenza


Esta última semana ha sido infernal. Como se puede ver en la Pesada he cogido un algo más de un kilo de peso y sólo puedo señalar a un culpable: YO.

No he seguido la dieta ningún día y me he dado a una cantidad de excesos salvaje. Galletas y turrón de chocolate hechos en casa (tan ricos como hipercalóricos), desorden en las comidas al entrar en vigor el horario de verano en el trabajo y una cena con pizza justo la noche anterior a la pesada. Desde luego sabía que me venía un palo, sólo desconocía de qué cuantía. 1,2 kilos. Un retroceso que da que pensar.

La falsa sensación de controlar las cosas y de que esto es más fácil de lo que parece ha vuelto a hacerse presente. El autoengaño en estado puro. Y mira que me he dicho una y otra vez que ese es, precisamente, mi punto débil. Que esa es la conducta a modificar de una vez por todas. Pero parece que no consigo desligarme por completo de esta capacidad de torear a mi propia voluntad y conciencia ¡Pues que bien!

Un kilo ganado es, en realidad, algo así como un kilo y medio ganado en realidad, porque a lo que no he perdido esta semana (medio kilo está siendo una media habitual) sumo lo que sí he ganado (ese kilazo). Tiempo perdido de cara a mi objetivo final y bofetada a la moral. Malo, malo.

¿Cómo seguir adelante? Un resultado tan malo ¿es definitivo para tirar la toalla? No, claro que no. Pero sí que toca replantear algunas cosas y recalibrar los medios. Seguiré usando el mismo método pero adaptado a mis nuevas necesidades y limitaciones. Porque hay dos cosas que están demostradas:

1ª El método, bien aplicado, funciona a la perfección.
2ª Soy capaz de aplicarlo sin grandes sacrificios.

Así que el problema (más allá de engañarme a mi mismo) reside actualmente en lo complicado que se ha vuelto mantener el ritmo de comidas con el nuevo horario en el trabajo. Estoy seguro de que si vuelvo a la regularidad todo lo demás volverá a su sitio de cara a la semana que viene. Por lo tanto, toca centrarse de nuevo en lo que pretendo (quitarme este sobrepeso que me genera tantos problemas de salud) y en asumir que adelgazar es algo que se hace poco a poco ya que el cuerpo tiene sus ritmos y hay que respetarlos.

Una buena noticia es que esta semana he tenido la revisión médica anual y todos los parámetros han salido correctísimos. La tensión muy buena 12/7, las transaminasas otra vez normales (después de tres años algo por encima de lo recomendable) y el colesterol en su sitio. Sigo viendo bien (con gafas, claro), mi capacidad pulmonar es la correcta, la capacidad auditiva sigue en su sitio... estoy preparado físicamente para seguir adelante con la dieta.

¡Leñe, si lo tengo todo a favor! Si no gano esta guerra es porque no quiero y no me da la gana.

domingo, 12 de junio de 2011

Sorpresa


Bueno, confieso que esta semana ha sido un despropósito tras otro en lo referente a la dieta. Todos los días ha pasado algo (comer fuera, un compromiso, un cumpleaños) que me ha impedido ceñirme estrictamente a la dieta. Por lo que creo que podía haber llegado mucho más lejos ante el esfuerzo invertido. Pero esta carrera es de fondo, no de velocidad.

Como ya dije, estoy con un tratamiento con cortisona que me advirtieron que tenía como efecto secundario probable que retuviese líquidos, surgiesen algunos problemas digestivos y que me subiese la tensión. Eso significaba que me resultaría más difícil perder peso y que podría tener algún tipo de malestar físico llegado el caso.

Lo de la retención de líquidos no sé si se ha producido pero lo de la digestión seguro que sí porque lo cierto es que llevo una semana bastante mala en lo referido a ir al baño. Tanto sólido como líquido. Creo que sufro algún tipo de estreñimiento o de contención que me hace tener todo el día la sensación de estar lleno y por mucho que me siente en el trono y pontifique aquello prospera más bien poco.

En cualquier caso, entre los saltos de la dieta y la retención el escenario que me había planteado que se iba a producir en la Pesada era bastante aciago y luctuoso. Estaba seguro de que habría engordado nuevamente (con el coste para la moral que eso significa). Pero, ¡arrea!, resulta que pese a todo la báscula me dice que he adelgazado algo más de medio kilo.

¿Cómo es posible?¿Soy un agonías o es que, pese a todo, hago la dieta lo suficiente como para seguir perdiendo algo de peso?

La respuesta que me viene a la cabeza es sencilla: cómo todavía me sobra mucho peso a poco que hago dieta mi cuerpo responde perdiendo kilos pero cuando me sobre menos dejaré de perder si no elevo mucho el esfuerzo.

Es probable, me sobra tanto que a poco que me cuido algo ya pierdo.

Vale, es plausible y me lo creo. Pero entonces ¿la retención de líquidos y la mala semana digestiva que estoy pasando no significa nada? No lo sé, pero quizá cuando termine el tratamiento desaparezcan esos síntomas y todo vuelva a la adorable normalidad que es tan cómoda.

Sea como fuere el reto sigue en pie. Me siguen sobrando bastantes kilos, sigo teniendo la mayor parte del armario inutilizado, mi cuerpo sigue estando muy débil y todavía arrastro secuelas físicas provocadas por el sobrepeso (mi tobillo izquierdo me provoca una molestia constante). Sigue habiendo mucha tela que cortar y el tiempo corre en mi contra: el 31 de diciembre se me acaba el plazo para llegar a los 98 kilos.

Por cierto, la dieta que sigo es muy sencilla y la comentaré en varios posts que espero poder escribir esta semana con más calma.

domingo, 5 de junio de 2011

Medicinas y mentiras


Como esperaba, esta semana he engordado 0,8 kg por dos causas bien diversas.

La primera es que por motivos de salud estoy sometido a un tratamiento médico a base de cortisona. Normalmente este tipo de medicamentos provoca retención de líquidos y eso suele significar engordar temporalmente, hincharse un poco y hacer peores digestiones. En definitiva, fastidiar cualquier tipo de dieta que precisamente se base en perder líquidos y hacer mejores digestiones. Además, tengo que evitar los alimentos salados por lo que he perdido algunos de mis más fieles aliados en la pérdida de peso: los frutos secos. Pero, siendo honrado, no creo que este tratamiento (que no superará los 12 días de duración) sea el verdadero responsable de mi ligero rebote.

La segunda causa ha sido mi absoluto y espantoso descontrol con las comidas esta semana. He fallado prácticamente todos los días y me he deslizado peligrosamente hacia terrenos poco halagüeños. Dos comidas fuera de casa en los que disocie más bien poco (aunque tuve la posibilidad de hacerlo), bastante glotonería con dulces varios (rosquillas del Dunkin Donuts, un brownie hecho por mi esposa que está de vicio, polvorones caseros, ¡un desastre!). Me he dejado llevar, quizá engañándome a mi mismo con aquello de "pero si está siendo fácil adelgazar", y ahora tengo las consecuencias ante mi.

Abreviando, afirmo con rotundidad que esta semana he fracasado terriblemente en mi intención de adelgazar hasta pesar 98 kilos. Me he rendido desde el primer momento y he perdido siete días enredado en una sutil red de autoengaños, desilusiones y mentirijillas ¡Qué hermoso ejemplo de la flaqueza que se esconde tras la búsqueda de cualquier escusa!

Hoy iré a nadar un rato y tendré nuevamente ante mi siete días de enfrentamiento con mi gula. Es lo bueno de esta vida cíclica, cuando llega la noche sabes que es sólo el preludio inevitable de un nuevo amanecer. Así que tengo ante un nuevo ciclo. Espero ¡y deseo! que el próximo domingo pueda traer buenas noticias. No tanto por rellenar una entrada de este blog sino por mi propia satisfacción.

sábado, 4 de junio de 2011

Fue bien. Irá mal.


Reconozco que esta semana me he llevado una sorpresa de aúpa al pesarme. Pensaba que iba a perder poquísimo o incluso coger algo de peso pero resulta que mi báscula dice que he perdido un kilo y medio. ¿Se equivoca ella o mi percepción?

Asumo que la báscula puede dar un peso aproximado y por eso, como ya he dicho otras veces, me peso al menos tres veces para ver si oscila el resultado. Pero hoy siempre me ha dado el mismo peso: 106,2 kg. Así que asumo que mi peso debe andar por ahí.

En cualquier caso, no me quiero fiar. Ahora estoy pasando momentos duros porque mantener el convencimiento es complejo. A fin de cuentas, el ánimo y la voluntad se ven alterados por muchos factores (el trabajo, la familia, el cansancio acumulado) y en un momento dado se puede sufrir una recaída. Eso es lo que más temo ahora.

Además están los imponderables de la vida. Por ejemplo, estoy inmerso en un tratamiento médico que me va a hacer engordar un poco por la retención de líquidos que provocan los medicamentos. Es una cosa temporal (dos semanas) pero altera mi dieta obligatoriamente y me descentra bastante. Debo ser más cuidadoso si cabe con la comida y con las "licencias" que me tome pero doy por sentado que voy a pasar quince días malos en lo referente a la dieta y la pérdida de peso, ojalá no me venga muy abajo.

En la Pesada de mañana (que promete ser desastrosa) desataré todos mis temores...

jueves, 19 de mayo de 2011

Hambre y engaño


Me cuesta, me cuesta. Estoy en una fase de la dieta que me lleva por la calle de la amargura porque creo que es una de esas estapas estables en las que por mucho que aprietes no adelgazas nada o muy poco. No creo que mi cuerpo haya llegado a su límite de adelgazamiento (de hecho sigo como 25 kilos por encima de mi peso "ideal" según los manuales) pero a lo mejor tengo ue cambiar un poco la táctica.

Aunque esta semana ha ido bien (medio kilito recortado y un marcador de 108 kg) lo cierto es que noto que me está costando mucho seguir correctamente la dieta. Estoy empezando a "tener hambre" entre comida y comida, cosa que al principio no me pasaba, y creo que me estoy volviendo acomodaticio. ¿Os acordáis de eso que dije hace tiempo de la capacidad de autoengaño? ¿De pensar "esto está chupado, si me lo salto un poco no pasa nada"? ¿De mirarme al espejo y decirme "que bien estoy ya"? Pues creo que por ahí van los tiros.

Sobre lo de tener hambre entre comidas puede responder a una cierta obsesión y a que, en ocasiones, como poco. La idea es que tengo que comer sí o sí cada tres horas para mantener activo el aparato digestivo y mejorar de ese modo el metabolismo y la ingesta de alimentos. Pero, tal vez movido por mi deseo de adelgazar, algunas veces como poco por lo que el hambre vuelve a la hora y media. Y no hay nada peor que tener hambre y no poder comer, te mina en cierto modo el ánimo y se convierte en una batalla que reduce el resto de tus facultades (capacidad de concentración principalmente) hasta que por fin sacias ese hambre.

Todo esto ¿por qué me pasa? ¿Estoy en esa etapa de "estancamiento" que decía al principio? ¿Tal vez me he cansado ya de dieta tras dos meses? ¿Flaquea la fuerza de voluntad? No lo se, pero mi intención es seguir y seguir hasta cumplir los dos objetivos que me he señalado. Y luego (si llego) el reto será mantenerme ahí y mejorar mi estado físico añadiendo ejercicio a mi vida cotidiana.

¡Dios mío los días malos, que malos son!

domingo, 15 de mayo de 2011

¡Impacto!


La historia se repite, como era de esperar por otra parte, y, nuevamente, me toca padecer una semana de retroceso en esta batalla contra el peso (+0,6 kg, como queda reflejado en la página de las Pesadas). En mi defensa diré que sabía perfectamente que esto iba a pasar y ya había asumido mi derrota mucho antes de la Pesada Oficial de esta mañana. Sólo rezaba para que no hubiese recuperado todo lo que perdí hace una semana.

¿Qué me ha llevado a volver fracasar en esta etapa? Pues, ooooooootra vez lo mismo, compromisos adquiridos que lastran el resultado global y cuyo resultado nefasto sólo me veo capaz de evitar apretando muchísimo el acelerador por otro lado. No he podido hacerlo y mi cuerpo a reaccionado como esperaba, ganando peso y volumen.

Ahora me vuelvo a poner las pilas (si unas estupendas galletas de chocolate que ha hecho mi esposa me lo permiten) y a seguir caminando por el camino del descenso del peso, porque llega en poco tiempo la primera de las fechas que me puso de tope al inicio de todo este proceso. El día 1 de julio tengo que pesar 108 kg o menos.

¡Ánimo, ánimo!

Pero volviendo al tema de "compensar" excesos apretando en las otras comidas tengo que decir que es algo que estoy tratando de evitar por todos los medios. Cuando me paso en alguna ocasión lo que hago es ceñirme a rajatabla a la dieta a continuación, sin reducir mi ingesta de alimentos. A fin de cuentas, uno de mis objetivos secundarios es no pasar hambre sino reeducar mi manera de comer, por lo que no es una opción viable "comer menos" de lo que me toca sino intentar no excederme demasiado en esas comidas que se salen de lo marcado.

¿Es importante lo de mantener la cantidad de comida día tras día aunque haya excesos en ocasiones? Sí, sin ninguna duda. Entrar en el juego de "como he comido mucho voy a cenar menos de lo normal" es un mal camino porque tiende a crear desequilibrios alimenticios y una falsa sensación de control y "equilibrio" que no tiene nada que ver con la realidad. Por ejemplo, si en la comida como dos postres y mucho pan ¿se compensa de algún modo si en vez de cenar mi ración de jamón serrano, lomo, jamón york y queso curado crudo sólo "tomo" una lonchita de jamón york? No, de ninguna manera. Caloricamente el golpetazo ya me lo he llevado en el computo diario pero, encima, si ceno poco "para compensar" voy a llegar a la hora del desayuno con un hambre salvaje y probablemente o me atiborre o ya esté con hambre todo el día siguiente.

No, el mejor modo de compensar los abusos es integrándolos en la dieta cotidiana y convirtiendo ese "desliz" en algo puntual que no altera el resto del sistema.

Así que cuando digo que esta semana voy a "compensar" me refiero a que voy a ceñirme mejor al sistema que estoy siguiendo evitando las salidas de tono, trataré de hacer algo más de ejercicio cotidiano y beberé más agua y menos Coca Cola Light.

Los resultados: en mi próxima Pesada del domingo que viene. Y espero que sean buenos.

lunes, 9 de mayo de 2011

Rompiendo el hielo


Seré breve porque ando mal de tiempo ahora mismo pero quiero dejar constancia. Mis temores han sido infundados ya que esta mañana, en la Pesada Oficial, me he llevado una gran alegría. Ha vuelto a la senda que va para abajo tras el bache de la semana pasada. He perdido 2,3 kg.

Espero haber quebrado la resistencia, volviendo al lugar en el que quiero estar: perdiendo ese peso que tanto me incordia.

Ahora a seguir el mismo rumbo y a no permitir que nada lo tuerza.

sábado, 7 de mayo de 2011

Dudas


Seré breve.

Os confieso que estoy un poco cagado con la Pesada del domingo después del varapalo de la semana pasada.

Creo que esta vez he vuelto a un cierto orden pero ¿y si no es suficiente y estoy en plano efecto rebote? Tengo dudas y un poco de desconcierto. Pero, al menos, sigo adelante y no he perdido ni un ápice del deseo de cambiar las cosas y perder ese peso que me sigue atosigando.

¡Ojalá haya logrado mejorar un poco el registro y vuelva a la senda del descenso! No pido mucho, sólo un pasito, un signo de que he logrado superar el bache.

No pido tanto, ¿verdad?

domingo, 1 de mayo de 2011

Tres semanas perdidas


Una de las peores cosas (si no la peor) que te pueden pasar durante una dieta es que en medio de la misma, en vez de adelgazar, engordes. Bien, eso me ha pasado a mi esta semana. He retrocedido al punto en que estaba hace tres semanas prácticamente por lo que, en puridad, he tirado por la borda mucho sacrificio e ilusión.

En la Pesada de esta mañana me he cerciorado de lo que me venía barruntando desde el viernes: he engordado 0,8 kilos de golpe. Y no puedo decir que me sorprenda, la verdad. Esta semana por unas cosas u otras me ha resultado muy difícil mantener la dieta en firme y he caído con bastante intensidad en algunos fallos que, seguramente, podría haber evitado (o, al menos, reducido).

Veamos.

La dieta se basa en la constancia y el compromiso. Lo segundo lo tengo garantizado y por ahí no hay problema. Pero lo primero depende de muchas circunstancias. Aunque quiera controlar continuamente lo que como, en ocasiones surgen situaciones que te lo hacen extremadamente complicado. Por ejemplo, en una celebración. Ayer mismo estuve de "cumpleaños" y tengo que reconocer que decidí romper los límites de manera consciente imbuido por el ambiente y las viandas. Pero una comilona, por sí sola, no basta para destrozar toda una semana de dieta. No. Lo cierto es que el viernes también tuve un desliz provocado por unas rosquillas de San Isidro (que son mi debilidad). Y el miércoles comí fuera sin atenerme a la prescripción de la dieta.

Resultado: una semana nefasta que me ha hecho retroceder bastante.

No me justifico con estas palabras sino que trato de hacerme ver a mi mismo dónde he fallado y por qué no he sido capaz de remediarlo.

La razón principal del fracaso ha residido en mi incapacidad para prever los riesgos a los que iba a enfrentar a lo largo de la semana. Sabía de antemano que el sábado tendría comilona. Supe con un día de antelación que el viernes habría rosquillas a mi alcance. Y la comida del miércoles no era a menú cerrado sino que estuvo en mis manos elegir qué comía. Así que, si hubiese planificado mejor mi semana, habría podido eludir los fallos con bastante facilidad. Hubiese tenido en cuenta que al haber tantas posibilidades de romper la dieta lo mejor habría sido ser más exigente los días "normales" o, incluso, haberme controlado mejor los días "salvajes". A fin de cuentas, nadie me ha obligado a comer nada. Todo lo he hecho yo solo y soy el único responsable de mis deslices.

En definitiva, el palo en la Pesada me lo he estado buscando y, aunque tiene su carga de desmoralización, al menos puede servirme para mostrarme que es muy fácil hacer algo mal y que ni esto ya está encauzado ni puedo permitirme muchos más deslices.

Sigo adelante, sí, pero espero ser mucho más precavido y exigente. Me lo merezco.

sábado, 30 de abril de 2011

Tres maneras de observar


Mucha gente me dice que "se me nota que estoy perdiendo peso" y me señalan cambios que han detectado en la ropa (más holgada), la cara (más fina) e incluso en el modo de moverme (menos torpón). Esos cumplidos, que se agradecen, sirven como medida "externa" de que la dieta está funcionando.

Desde mi perspectiva tengo tres maneras de saber que voy por el buen camino.

- La báscula: marca inexorablemente el peso corporal. Puede cometer errores, como todas las máquinas, pero mientras no diga locuras me fío del dato neutral.

- La ropa: los agujeros del cinturón son la medida de la cintura, el cuello de la camisa (a los que llevamos corbata habitualmente) te da el grosor del cuello, lo ceñido de las camisetas, el roce del pantalón. Al adelgazar las prendas que antes me iban justas me van holgadas y, sobre todo, empiezo a recuperar ropa que no me valía.

- La gente: una observación "neutral", sin mi carga de subjetividad, será más sincera y por lo tanto creíble. Si gente que no sabe que estoy a dieta me dice que me ve más delgado es probable entonces que se me note. Si gente que sabe que estoy a dieta me lo confirma y me dice "dónde" me lo ve, coincidiendo con lo que yo noto, entonces estoy seguro de que la cosa funciona.

Los que no sufren el problema de la obesidad no son conscientes de lo espantosamente poderoso que es el autoengaño y lo tremendamente inútiles que podemos llegar a ser en lo referido a los cambios de nuestros cuerpo. Ver como surge una lorza o como se engrosa el cuello no es tan sencillo. El proceso e muy lento y el ojo se acostumbra. De ahí que, si no fuera por la observación "objetiva" de los tres grupos que he señalado, puedo pasar de pesar 95 kilos a pesar 118 sin apenas ser consciente de que estoy engordando. Suena imposible pero es verdad. Ya me ha pasado varias veces así que se muy bien de lo que estoy hablando.

Y el proceso inverso también padece esa incapacidad de observación. Al ser un camino que se recorre poco a poco el ojo es incapaz de percatarse de la pérdida de volumen, dependiendo en exclusiva de los tres sistemas que he señalado. Bueno, hay un cuarto procedimiento de "control" que no estoy usando y que es muy eficaz de cara al volumen, medir con una cinta de sastre el contorno del pecho, cintura, abdomen, cuello y muslos. Pero, que queréis que os diga: incluso así a veces es difícil de "observar" los cambios del cuerpo.

Así que, ahora mismo, las tres medidas de control me señalan que se nota que estoy adelgazando y yo mismo, el sujeto de la observación, reconozco que noto esos cambios en muchas cosas pero aún no en otras. Como me dije a mi mismo al comenzar este proceso, la cosa va para largo y los objetivos no se podrán alcanzar en poco tiempo. Pero oye, se agradece descubrir que el esfuerzo empiece a ser evidente.

domingo, 24 de abril de 2011

Y sigo adelante


Como dije hace unos días, he pasado cuatro jornadas en el pueblo con un cierto temor a romper la racha descendente en la dieta. Ya se sabe, rodeado de buena comida es difícil mantenerse en el camino correcto. Pero, según la Pesada de hace un rato, pese a todo esta semana ha ido muy bien. Ha caído un poco más de medio kilo. ¡Bien por mi!

No negaré que me he puesto hasta las cejas de lomo, jamón serrano, queso, chorizo, huevos fritos, cordero... pero todo muy sano, de la zona. Sabroso, sabroso y con esa distinción que se nota claramente en los productos que no han pasado por todo el proceso de "conservación" que padecemos en las ciudades. Pero, a pesar de que el sabor es genuino, no sería realmente una excusa que justificase mis excesos. Sería, en todo caso, una especie de atenuante. De todos modos la báscula me demuestra que tampoco he debido de ser tan pantagruélico como me temía. Seguramente porque, en el fondo, he compensado la ingesta con un par de buenas caminatas y con una moderación sustancial en los desayunos y meriendas.

He evitado los manjares más peligrosos (pan y dulces) y sólo he sucumbido conscientemente y por pura convicción a la tarta de cumpleaños de mi hijo (¡que dos raciones me metí en el cuerpo!). He tratado de mantener intactos los pilares centrales de la dieta que estoy siguiendo y, para mi sorpresa, no me ha resultado difícil. Quizá es que tras un mes de guerra me estoy acostumbrando a ciertos cambios en el modo de comer y en las combinaciones de alimentos que me son más beneficiosas. ¿Un cambio de hábitos? No lo sé aún.Pero lo que sí es cierto es que sigo en la tenue cuesta abajo del peso y eso lo agradezco.

¿Qué si me está costando? No niego que sigo viendo determinadas cosas y me tengo que sujetar para no comérmelas. Dulces principalmente. Pero pienso en los efectos positivos de no hacerlo y me logro contener por el momento. También es un poco duro lo de tener el pan muy restringido porque es jodidillo poder comer tres huevos fritos sin pan (bueno, uso el queso para untar, pero no es lo mismo) y cosas por el estilo. Pero el objetivo está ahí y pienso alcanzarlo. Además, algunos pecadillos sí que hay (una hamburguesa por aquí un día que no hay más remedio, un onza de chocolate blanco del pueblo por allí).

miércoles, 20 de abril de 2011

Me prevengo

Si el tiempo no se tuerce mucho voy a pasar unos días en el pueblo. Eso implica un cierto riesgo de desestabilizar el proceso de adelgazamiento. Ya se sabe, hay buena comida al alcance de la mano y es fácil dejarse llevar un poco.

Así que asumo que me toca pasar una prueba. Deberé mostrarme a mi mismo mi nivel de compromiso real con mis objetivos. Me conozco y se que puedo empezar con "excepciones" que terminen por hacerme caer en momentos de desenfreno calórico. Así que, ojo avizor.

lunes, 18 de abril de 2011

Una percha

Pues al final resulta que me he llevado una alegría por partida doble esta mañana, lo que son las cosas.

Por un lado la Pesada que ayer no pude llevar a cabo la he hecho esta mañana y, ¡he perdido 1,4 kg en 8 días! Así que dónde yo veía que la cosa no iba a ir muy bien (las apariencias ¿engañan?) al final han ido de manera aceptable. Por otro lado hoy me he podido vestir con un traje que hacía más de un año que no utilizaba por haberse quedado pequeño ¡y ahora me queda fantástico!

Dos por uno.

Ya dije en su momento que uno de los
mayores lastres que me estaba suponiendo el descontrol de mi peso era lo mermado que estaba quedando mi armario de "ropa que me vale". Según engordaba se iban reduciendo de manera paralela la cantidad de camisetas, camisas, pantalones y trajes en los que entraba. Mi autoengaño (que es y me temo que siempre será muy poderoso) se atrevía a ponerme delante la idea de que "la ropa, con los lavados y el uso, encogía". Y yo, deseoso de admitir cualquier mentirijilla, me lo creía casi siempre. Ya se sabe que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Pues eso me sucedía con total normalidad. Daba igual la realidad de las cosas, daba igual mi deterioro físico, me imponía una explicación que me agradaba y punto. A seguir zampando. Pero la ropa, ¡la ropa no miente! O entras en ella o no. Y yo, pues no entraba.

El desarrollo de esa realidad cotidiana es muy costoso economicamente hablando porque no se puede ir desnudo por la calle. Así que tenía que comprar más ropa de una talla mayor. Y a veces la que compraba se me quedaba pequeña al poco tiempo. Otro engaño que desarrollé era que la rompa que al comprar me quedaba ya algo ceñida "me serviría de aliciente para adelgazar". Pero nada de eso, esa ropa, al poco tiempo me dejaba de ir "ceñida" y pasaba directamente al baúl de "pequeña". Por lo que tenía que comprar más ropa...

¿Os hacéis a la idea de lo duro que es tener que comprar ropa de talla XXXL? ¿Ir a unos grandes almacenes y que te desvíen a la sección "Tallas Grandes"? ¿Ver que la ropa que te gusta no existe en tu talla? Vestir una talla 54 ó 56 de pantalón. Una 60 de traje. Camisas talla 6 (y que, a veces, no te cierre el cuello). A mi eso me afecta mucho siempre que voy de compras y, en cierto modo, me deprime.

¿Qué estoy haciendo con mi cuerpo? Me suelo preguntar eso cuando llega este momento. Porque estar muy gordo, excesivamente obeso, te pasa factura siempre. Te debilita a corto plazo y te deja secuelas graves a largo plazo. Así que esos momento de "ir de tiendas" son para mi una bofetada a mi (escasa) conciencia.

Pero hoy no pienso llevar mis pensamientos por esos derroteros. Hoy le he ganado una percha a la zona de "no me vale". Esta mañana he recuperado un traje y espero que sea el primero de muchos.

Es una percha, pero en mi interior, es todo un armario... de dignidad recuperada.

domingo, 17 de abril de 2011

No hay Pesada

Hoy no va a haber Pesada Oficial porque estoy de viaje y aquí no hay báscula. Pero la sensación no es buena. Creo mis kilos se han agarrado como lapas y tras el arreón inicial han decidido ponerme las cosas difíciles.

Me resulta curioso ya que desde hace tres semanas he retirado de mi dieta los tradicionales aliados de los kilos. No como ni pan, ni bollería industrial, ni dulces, he reducido el consumo de azucar y estoy controlando el de mi querida Coca Cola Light.

En teoría, sólo con eso ya debería notarse una mejora en el peso. Pero ¿lo estoy notando? En volumen sí, desde luego (aunque sigo teniendo mis buenas lorzas y papada), pero en peso... ¡Ay! La cosa cambia. Tengo la sensación de que o me estanco o apenas bajo algo. Eso es, en cierto modo, frustrante.

Pero es lo que hay. He optado por ser perseverante y paciente. No hay milagros en esto. Igual que vino el peso (poco a poco) se irá. A esperar tocan.

miércoles, 13 de abril de 2011

Reflexiones de un gordo


No sé, no sé. Esta semana creo que estoy siendo malo pese a que el domingo me dije a mi mismo que me pondría en plan duro. Pero, que les voy a contar, entre unas cosas y otras me veo inmerso en una serie de "comidas" de compromiso en las que mantenerse a raya es bastante complejo. Al menos después de esos excesos me regulo el resto del día y no me voy a la cama son una sensación extremadamente mala.

Pero ¿servirá eso el día de la Pesada? Ya veremos.

En cualquier caso hay algunas cosas que parece que si que han mejorado notablemente. Por ejemplo la maldita acidez de estómago. Desde que he empezado la dieta ¡ha desaparecido por completo! Eso de poder estar un día sin tomar Almax es un lujo. Ojalá esto dure mucho y ya no sufra noches espantosas con la garganta ardiendo. Cruzo los dedos.

Por otra parte, en el trabajo ya son varias las personas que me han señalado que se me ve más delgado y me consta que no lo hacen por cumplir. Se agradece ese reconocimiento, la verdad sea dicha, porque soy incapaz de reconocerme los cambios de volumen (ya sabéis, al verme todos los días no me los noto, me veo siempre igual). Como todavía sigo en la misma talla de ropa, aunque le he ganado un agujero al cinturón, no considero que haya mejorado mucho en mi aspecto exterior. Pero ya hay algunos indicios de que voy por buen camino. Puedo cerrar el cuello de algunas camisas. Los pantalones no me aprietan en la cintura. Y las camisetas ya no se me ciñen en plan "lorza embutida" o "morcillita de Burgos".

¡Qué divertido es esto! O bueno, yo al menos lo estoy disfrutando.

domingo, 10 de abril de 2011

Mazazo

¡Qué chasco me he llevado esta mañana! En la Pesada Semanal mi báscula ha optado por darme una colleja por mi trabajo esta semana. Apenas he adelgazado nada, unos pobres 200 gramos que no reflejan en absoluto el esfuerzo que le estoy dedicando a la causa de adelgazar.

¿Qué ha sucedido? Bueno, encuentro varias explicaciones que podrían suavizar (en parte) la decepción que me ha supuesto descubrir un hecho tan crudo. Eso sí, no pretendo autoengañarme y decirme que "soy cojonudo y la culpa es del mundo que te rodea". No, ese tipo de engañifas me han valido en el pasado pero esta vez soy consciente de que todo está en mi mano y si avanzo o retrocedo depende de mi.

- La pérdida de volumen no parece haberse detenido, pese a que el peso apenas ha variado. Esto es relativamente normal en un periodo de tiempo tan breve como una semana. La grasa "pesa" poco por lo que perder grasa (volumen) a veces no va de la mano de perder mucho peso. Creo que, en cierto modo, es lo que me ha sucedido estos días.
- He aumentado poco a poco el consumo de Coca Cola light. No tiene aportes calóricos, ni energéticos. Pero tiene gas y eso, en ocasiones, implica retenciones de líquidos y un cierto desfase que implica adelgazar mucho más despacio. Esta semana PROMETO (a mí mismo) que reduciré el consumo a un máximo de una al día).
- No he hecho prácticamente nada de ejercicio. Quitando los 16 largos en la piscina del domingo pasado, no he podido aportar ni un minuto a ejercitar el cuerpo. No cuento jugar con los niños en el parque, porque aunque estuve corriendo tras ellos un cuarto no fue gran cosa en realidad. Tampoco he podido dar caminatas a velocidad alta por la calle ni cosas similares. Intentaré sacar tiempo de algún lado.
- He comido "disociado" pero, en ocasiones, quizá demasiada comida y no hay que olvidar que las calorías están ahí y también cuentan. Así que esta semana intentaré aligerar las comidas más copiosas sin reducir la ingesta de alimentos por debajo de lo normal. Comer mejor repartido a lo largo del día.

Creo que estos cuatro puntos son la clave del mazazo que me ha dado la báscula. Incidiendo sobre ellos espero mejorar para la próxima Pesada Oficial. Gracias a Dios no estoy desmotivado ni apenado, sino sorprendido y un poco molesto. A fin de cuentas, no quiero engañarme, siempre espero tener resultados positivos aunque, también asumo, que el impulso de la primera semana fue excepcionalmente bueno y no creo que lo pueda volver a repetir.

jueves, 7 de abril de 2011

¿Los pedos pesan?¿No? Entonces me he cagado, ¡yuju!


Uno de los efectos positivos de llevar una dieta sana y ordenada (o algo así) es que el cuerpo se regula y mejoran algunos de los asuntillos orgánicos que a veces nos dan problemas. Sí, sí, me refiero a lo de ir al baño a hacer de vientre.

La obesidad se asocia casi irremediablemente con el estreñimiento. Suena paradójico que a alguien que coma mucho también le cueste mucho cagar. Eso implica que hay un atasco en los intestinos, y eso quiere decir más peso, más volumen, sensación de "llenazo" y malestar. Un guirigay, en definitiva.

Yo estaba en una situación así de desagradable. Y por mucho que fuera al baño (en ocasiones parecía mi oficina) el resultado se alejaba mucho de lo óptimo. Demasiada inversión de tiempo para tan pocos beneficios.

Ahora, en cambio, noto una mejoría sensible en este apartado. Creo que me estoy situando en un regularidad interesante que me permite sentirme mejor. Ya sé que suena un poco escatológico pero es cierto: al cagar más se mejora. Bueno, sí, lo podría decir de manera más fina pero sería sólo un recurso estilístico que quizá restase contundencia a lo que quiero decir.

¿Está claramente relacionada la dieta con esta mejora? En mi caso sí, sin duda. Y lo afirmo porque no he añadido ningún tipo de "regulador" artificial a mi alimentación. No tomo yogures especiales, ni soja, ni medicamentos, ni nada. Como lo que quiero dentro de las limitaciones del sistema que he adoptado y, como consecuencia, mi cuerpo ha reaccionado positivamente en muchos aspectos, siendo uno de ellos este que estoy comentando.

Si no padeces estreñimiento no entenderás muy bien el alivio y la sensación de ligereza que trato de transmitir. Pero el hecho de poder defecar satisfactoriamente, regularmente y en plazos aceptables supone una mejora considerable en calidad de vida. El único "pero" que tengo es que mi cuerpo ha decidido que la hora de la expulsión de restos sólidos sea a las once y media de la noche. Aunque bien mirado, parece que es algo así como el indicador de "fin de fiesta".

domingo, 3 de abril de 2011

El primer paso


Hace unos minutos he llevado a cabo la Segunda Pesada Oficial de esta primera semana a dieta y el resultado ha sido más que satisfactorio. Me atrevo a decir que incluso ha superado las expectativas más enloquecidas que tenía en mente. He perdido en siete días 2,8 kg y bastante volumen (aunque sigo en la misma talla de ropa, claro). No está NADA mal.

Me siento aliviado e ilusionado. Aliviado porque, como comenté en la entrada anterior, albergaba el temor de que el esfuerzo no diese sus frutos por cualquier cosa (que yo estuviese haciendo algo mal, que la dieta no fuese conmigo). Pero ahora, tras una semana de aplicarla con tanto rigor como he podido, veo que merece la pena seguir. Y estoy ilusionado porque creo que estoy en el buen camino y este resultado viene a darme un nuevo empujoncito para que siga por aquí.

No quiero lanzar las campanas al vuelo ni pensar que "ya está todo hecho y esto está chupado". Conozco esa falsa ilusión y siempre es el desencadenante de tropiezos, autoengaños y nuevos engordamientos. Mi ilusión la tengo marcada en mis objetivos y en las razones que me han llevado a dar este paso y no pienso apartar de mi cabeza las causas. De hecho, algunas de las causas siguen tan presentes como hace una semana y, me temo, van a seguir ahí mucho tiempo. Por ejemplo, el dolor de las articulaciones (los tobillos, al levantarme me duelen lo suyo) o este terrible sudor tan persistente.

Pero tampoco quiero ahogar el resultado de una semana de "cuidarme" entre lamentos y temores. Lo cierto es que me siento un poco más libre y, por primera vez desde hace años, me siento dueño de mi mismo. Sujeto a las mismas tentaciones de antes, sí, pero esta vez con la evidencia de que puedo vencerlas.

viernes, 1 de abril de 2011

¿Y si esto no funciona?

Seré breve.

A dos días de la pesada semanal confieso que estoy un poco nervioso. Desconozco cuanto peso habré perdido esta semana y no quiero elucubrar o hacerme ilusiones. De hecho, en esta ocasión, he decidido que no me voy a obsesionar con el peso. O mejor dicho, con la "perdida" de peso.

Pero temo engordar. Se que si el esfuerzo, el tesón, no tiene resultados me desanimaré de manera notable. Pero ¿es posible engordar haciendo una dieta de manera correcta? En teoría no... pero la cuestión es que en realidad NO estoy haciendo una dieta sino que estoy cambiando algunos nefastos hábitos alimenticios.

Excepto bollería industrial y dulces como de todo pero usando unas sencillas reglas derivadas de la disociación opcional. No paso hambre y no tengo que controlar cantidades y pesos de raciones. Digamos que estoy siendo completamente libre. Y ahí es, precisamente, dónde temo estar haciendo algo mal y que la semana haya sido en balde.

Pero tampoco tengo motivos para pensar eso, de hecho algunas personas de mi entorno (mi esposa, algunos compañeros de trabajo) me han señalado que se me "ve" más delgado y, como soy un impresentable, no me he tomado aún medidas corporales y no sé si he adelgazado y cuanto (en volumen, no en peso). Además, reconozcámoslo, en cuanto anuncias que te pones a dieta la gente que lo sabe tiende a darte palmaditas en la espalda aunque no sean del todo merecidas. Te lanzan cumplidos, te arengan en cierto modo... es motivador, sí, pero no necesariamente es acertado.

Sea como fuere estoy a apenas dos días de la pesada. Cruzo los dedos. Un resultado positivo es una manera inmejorable de empezar a cambiar las cosas en lo referente al peso. En breve, lo veremos.

miércoles, 30 de marzo de 2011

La motivación


La motivación es muy importante a la hora de ponerse a perder peso. No sólo al comenzar sino, en realidad, durante todo el proceso porque sé que voy a tener muchos momentos de debilidad que amenazan con desviarme de mi objetivo. Por eso necesito tener siempre un alto grado de empuje que provenga de los beneficios que espero obtener con el esfuerzo y el sacrificio. La atracción de la meta. El premio por llegar. La satisfacción personal por avanzar.

¿Qué me ha motivado para lanzarme, de una vez por todas, a esta carrera?

Una mezcla de sentimientos, frustraciones, deseos, sueños y responsabilidad. Cosas positivas y cosas negativas.

Las negativas han sido (y están siendo muchas):

Me ha motivado mi fracaso a la hora de cuidarme; mi debilidad al ver que un día y otro volvía a comer y comer y comer pese a saber que eso no era bueno; mi decadencia física (¡yo que practiqué karate, fútbol sala y rugby a la vez durante un tiempo!) que me ha hecho ser más una "masa de carne" que una persona; la vergüenza al verme cada vez más gordo (recio, fuerte, sano, dicen en mi tierra) y descubrir con horror que cada día me valía menos ropa; la frustración y la rabia por saberme esclavo de mi ansiedad y de mi gula.

Las positivas, que también las hay y que son, en definitiva, las que han de reforzarse con el paso de los días porque son los "objetivos", podrían reducirse a estas:

Me motiva la posibilidad de disfrutar más y mejor de mis hijos, aguantar su ritmo, jugar con ellos sin asfixiarme a los pocos minutos, poder hacer deporte con ellos (sólo esto ya basta, pero hay más); recuperar la autoestima; caber en la ropa que se acumula en mi armario y que "un día" me valía; mirarme al espejo y verme a mi mismo, no a un ser hinchado y con cara enfermiza; vivir mejor.

Todos estos "motivadores" los tengo presentes desde hace tiempo pero han activado algo en mi interior hace una semana. Ahora es cosa mía seguir teniéndolos presentes y no dejar que el autoengaño me vuelva a cegar. Por eso los escribo aquí, para fijarlos en un soporte que perdure, para volver a ellos cuando la parte irracional me ataque, para tener una referencia, un refugio.

Para saber por qué lo estoy haciendo.

martes, 29 de marzo de 2011

Las alarmas físicas


Han sido muchas las razones que me han llevado a enfrentarme de una vez por todas a los kilos que me sobran y entre todas ellas un grupo lo forman las que están relacionadas con el deterioro de mi salud física (de la psicológica hablaré otro día).

Como engordar es algo que sucede poco a poco, no he sido consciente de ello hasta que ha sido escandaloso lo gordo que me estaba poniendo. Entre que uno "se acostumbra" a verse relleno y que tengo una capacidad asombrosa para engañarme a mi mismo, me ha costado mucho aceptar e interiorizar que me estaba pasando y que mi cuerpo se estaba empezando a resentir. Siempre he sido consciente de los riesgos y problemas que tienen los obesos. Con leer algún periódico o ver un poco la tele es sencillo recibir el mensaje de que el sobrepeso está detrás de muchos problemas inmediatos y futuros. Ataques al corazón, diabetes, artrosis, problemas digestivos graves, problemas respiratorios, apneas del sueño, derrames cerebrales... la obesidad está detrás de muchos de ellos o los agrava en un momento dado.

Lo cierto es que estar gordo no renta a medio y largo plazo. Te acorta la vida o, si no queremos ser tan drásticos, te la fastidia todo lo que puede. Todo eso siempre lo he sabido y aún así, seguía desmelenado y comiendo de manera desordenada y abusiva. Seguramente engañándome a mi mismo con mil historias o con un sencillo velo de irracionalidad. A fin de cuentas esos males "no existen" hasta que no te pasan, siempre les suceden "a los demás".

Gracias a Dios no he sufrido, por el momento, ninguno de esos problemas.

Las alarmas de mi cuerpo han sonado por otros sitios. De hecho lo llevan haciendo desde hace un par de años pero no hay peor sordo que el que no quiere oír. Y yo, os lo aseguro, no quería oír. Pero eso ha cambiado y ahora mismo escucho nítidamente, constantemente, esos avisos.

Son varios:

- Mis articulaciones me duelen todos los días.
Especialmente los tobillos, al levantarme de la cama, me duelen un rato. Las rodillas también se quejan pero de manera más inconstante. Y mis muñecas, esas gritan cuando me levanto del suelo por estar jugando con mis hijos. Ahora mismo no puedo apoyarme sólo en una de ellas porque siento que está a punto de romperse. Es un mal síntoma, porque los tendones y los músculos memorizan el daño que sufren en la juventud y lo sacan a relucir en la madurez y en la vejez así que es probable que aunque logre un peso aceptable en el futuro me acuerde de mis kilos actuales.

- Ronco al dormir. Antes no lo hacía o, en su defecto, "respiraba fuerte" pero no todo el tiempo sino en determinados momentos del sueño. Sin embargo, ahora, en ocasiones, me despierto a mi mismo de los bocinazos que meto. O despierto a mi esposa, lo que es peor porque le fastidio el sueño a ella por un problema exclusivamente mío y que podría evitar si quisiera. Nunca me han gustado los ronquidos de los demás así que me niego a roncar yo también si puedo evitarlo.

- Me fatigo al mínimo esfuerzo. Subir más de ocho o diez peldaños me supone padecer un acelerón cardíaco. Remontar una cuesta medianamente inclinada, hacer un mínimo ejercicio, echar una carrerita para coger el autobús, montar en bicicleta... todo se ha convertido en una especia de gimkana que me pone al borde del colapso. Mi cuerpo bastante hace con llevarme de un sitio a otro así que si le exijo un poco más tiene que forzarse y me pasa factura a los pocos segundos. Y luego me cuesta un buen rato volver a un estado aceptable. Mi tasa de recuperación es bajísima.

- Sudo constantemente. Da igual si hace frío o calor. Si estoy quieto o me estoy moviendo. Si estoy abrigado si estoy desnudo. Mi estado habitual es sudoroso. Al sentarme, en apenas 5 minutos ya he empapado la espalda de la camisa. Eso me provoca una sensación de suciedad e incomodidad constante a lo largo del día. Y esa incomodidad se convierte en mal humor a las primeras de cambio. Además, estar permanentemente mojado me convierte en presa fácil de los catarros y constipados (como el que tengo ahora mismo).

lunes, 28 de marzo de 2011

Pesada oficial

Hoy he realizado mi primera pesada oficial. Ha sido en la báscula de casa y justo antes de entrar a la ducha. El resultado es de 114,4 kg obteniendo el mismo dato en dos pesadas distintas (de mi báscula nunca puedes fiarte). En el gordólogo el miércoles pasado el resultado era de 118,8 kg vestido y con botas de trekking, además era una báscula muy distinta. Así que he optado por olvidar la pesada en el médico y usar como referencia la máquina que tengo en mi baño.

Por lo que empiezo el viaje en 114,4 kg.

Aún no he encontrado mi cinta de medir flexible así que desconozco, por el momento, mis referencias de pecho, abdomen, cintura y glúteos. También quiero medir mis muslos y cuello. Y cuando lo tenga lo pondré aquí para ir guardando registro de mis andanzas.

Dicho esto y tras cuatro días de trayecto ya tengo algunas anotaciones:

- El cambio de hábitos alimenticios me está resultando, por el momento, más sencillo de lo que esperaba. No he probado nada de bollería industrial, ni similar. Mi organismo parece haber asumido que los desayunos son ahora de otra manera y no me está exigiendo más que antes.
- La rutina de comer cada tres horas funciona ya que no tengo hambre en ningún momento del día y al mismo tiempo cuando llegan la hora de la comida (entre las 13:45 y las 15:00, según el día) no llego hambriento.
- Ha desaparecido casi toda la ansiedad que me lanzaba constantemente contra la nevera. Desconozco si es por el cambio de hábitos o por la concienciación de que es preciso que adelgace y mejore mi estado de salud. Pero lo cierto es que llevo unos días más ligeros en ese sentido.
- No estoy logrando hacer el ejercicio diario que se supone sería lo ideal pero he logrado ir a la piscina y hacer unos largos y también he tenido un par de buenas caminadas de media hora a ritmo rápido.
- El tema de "ir al baño" creo que ha empezado a mejorar aunque aún es pronto para emitir un juicio. Esperaré hasta el miércoles y veré que tal ha ido todo en un ciclo de siete días.
- No hecho en falta ningún alimento concreto aunque sí la combinación de algunos de ellos. Supongo que según avance iré descubriendo combinaciones "aceptables" que por ahora no se me ocurren.

viernes, 25 de marzo de 2011

La alternativa al fracaso

Como comentaba en la anterior entrada, tras la decepción en la visita al médico, protagonicé un encuentro casual con otra línea de actuación: la disociación de alimentos en su variable más relajada. Esto de disociar ya lo conocía pero, hasta el momento, nunca lo había puesto en práctica. Pero ya que mentalmente estoy preparado para comenzar un cambio de hábitos, he optado por recorrer el camino de mi adelgazamiento por esta senda. A fin de cuentas no es tanto una dieta sino un modo de acercarse a la alimentación cotidiana.

Los resultados están por ver, claro, pero tengo por delante tres semanas de prueba. Si funciona bien adoptaré este enfoque permanentemente y si no pues me impondré un método más rudimentario. En cualquier caso vuelvo a ejercer el control sobre lo que consumo y eso ya es de por sí una pequeña liberación. Llevo un par de días sin grandes atracones y sin dulces y no me está costando mantenerme en esta línea... por el momento.

Me gustaría poder reforzar este esfuerzo con algo de ejercicio pero, por el momento, el tiempo de que dispongo es muy limitado y entre unas cosas y otras (pero todas ineludibles) no puedo garantizar sacar 45 minutos al día para andar a buen ritmo o hacer cosas similares. Mi vida está ya ocupada por otros menesteres que no alcanzo a poder reordenar. Sin embargo éstoy buscando alguna alternativa que me sirva de "complemento" y que cubra, al menos en parte, la necesidad de moverme un poco. Quizá la "Wii Fit" con que he sido agraciado por el Día del Padre me permita hacer alguna cosilla en casa. O los juegos de baile que tienen bastante enjundia. Y a partir de la semana que viene tal vez pueda reforzar las cosas con media hora de natación semanales aprovechando que vamos a llevar a nuestra hija mayor a aprender a nadar.

Bueno, sea como fuere intentaré incrementar mi ejercicio en el día a día y por poco que sea lo que logre sacar, seguro que es mejor que nada.

Por cierto, mañana pondré mi peso y medidas corporales actuales para ir actualizándolos semanalmente y así tener un registro fiable de mis progresos. :)

Y en mi siguiente entrada en este blog contaré qué problemas de salud me han empujado a ponerme a dieta en serio y a replantearme seriamente si no debería cambiar para siempre de hábitos alimenticios. Os adelanto que no son nada grave pero sí un montón de pequeñas cosas que están haciendo mi vida "incómoda" y frustrante. A ver si logro desprenderme de ellas.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Empezar con una decepción


Ya he ido al gordólogo y se ha cumplido la peor de mi expectativas: el médico, indiferente por completo a mi ritmo de vida y mis problemas se ha limitado a darme un papel con una dieta hipocalórica de 1800 calorías, con un menú cerrado y lleno de pequeñas medidas de peso (50 g de esto, 75 g de aquello) y la perentoria orden de andar a ritmo rápido 45 minutos al día sí o sí.

Me ha decepcionado por completo.

Como ya comenté, se ha limitado a aplicarme una dieta preestablecida que no tiene en cuenta absolutamente ninguna variable. Es la misma dieta para una señora de 60 años, para una chica de 18 y para un adulto de 34. Una fotocopia impersonal y vacía de cualquier contenido humano. Es una simple receta automática.

La consulta apenas ha durado cinco minutos. Ha sido demasiado automática y carente de atención personal. Barrunto que el tratamiento es el mismo a todos los pacientes sin importar por qué estén allí. Y eso de que las dietas estén prediseñadas sencillamente me demuestra que al doctor le da igual la particularidad de cada paciente. En vez de adaptar el remedio a las posibilidades reales de cada uno (poner una dieta más rica en unas cosa su otras en función de los gustos y las posibilidades), en vez de adaptar los refuerzos de ejercicio a la realidad de cada paciente, el gordólogo se limita a obligar al paciente a adaptarse a la dieta preestablecida que tiene anotada en un montón de fotocopias.

- Tiene usted que andar a ritmo rápido 45 minutos al día.
- Entre semana me es imposible porque trabajo de sol a sol y al llegar a casa tengo a los niños y luego me voy a la cama destrizado.
- Da igual, tiene que andar 45 minutos a ritmo rápido al día.
- Pero me es imposible.
- Saque tiempo de dónde sea. Y esta es su dieta la "1 A".

¿Es que este médico no es capaz de plantear alternativas ante la imposibilidad de adaptarme a su dieta y ejercicio preestablecido? No. Para él es más cómodo que yo me adapte a su sistema. Y punto.

Como digo, la consulta ha sido muy decepcionante y extremadamente indignante. No pienso volver por allí.

Al menos los análisis han dado un resultado estupendo y, por el momento, no tengo que preocuparme de nada relacionado con mis hormonas, mis triglicéridos y mi colesterol. En ese frente las cosas están en calma.

¡Mal empezamos! Pero, por la tarde, ha sucedido algo que parece haber enmendado las cosas... y eso lo contaré mañana.

martes, 22 de marzo de 2011

Velando lorzas


Mañana es el Gran Día, ¿por qué? Muy sencillo, tengo hora con el endocrino (gordólogo en mi argot particular), le llevaré el resultado de los análisis de sangre que me mandó hace diez días y, supongo, me dará mis primeras pautas para comenzar a perder peso de manera controlada.

Hasta aquí todo en orden.

Ahora un "pero"...

Ya he hecho dieta en otras ocasiones y una de las cosas que más me ha motivado en el pasado ha sido la actitud desplegada por el médico hacia mi y hacia la propia dieta. Me refiero a su grado de implicación y a su demostración de que aquello era algo más que el simple hecho de "recetar" una dieta.

Una vez, hace muchos años, acudí a un gordólogo y este se limitó a medirme, pesarme y entregarme una fotocopia con una dieta. Nada más. No me preguntó cuales eran mis hábitos, ni mis gustos, ni mis problemas con la comida. Tampoco le interesó si hacía deporte o qué me había llevado allí. No se preocupó de saber si la dieta que me estaba prescribiendo me parecía fácil o difícil, llevadera o insustancial. Sencillamente sacó de uno de sus cajones una fotocopia y me la entregó. Por supuesto no volví nunca a aquella consulta, pero saqué bastantes conclusiones nefastas. Y una de ellas está referida a que es importantísimo que el médico se ponga del lado del paciente en aspectos que van más allá del simple recetario.

Por eso, mañana, cuando vaya al gordólogo sé muy bien que juzgaré la dieta que me imponga con parámetros que irán más allá de los alimentos y las limitaciones que me aconseje. Valoraré si se preocupa por conocerme, por descubrir qué me ha llevado allí, por qué quiero cambiar unos hábitos que son parte de mi comportamiento (i)rracional desde hace más de veinte años. Y entonces, sabré si realmente me voy a poner en sus manos y le voy a considerar mi guía durante todos los meses de esfuerzo y cambios que se abren ante mi.

Cuando sepa como ha ido la cosa la comentaré aquí. Quiero, de todo corazón, que mañana las cosas empiecen a cambiar para siempre. Quiero empezar de nuevo y conseguir cumplir un objetivo tan obvio como complejo: sentir que mi cuerpo es, por fin, mío.

domingo, 20 de marzo de 2011

Presentación

A la hora de perder peso controladamente es vital contar con la suficiente motivación como para no desistir a las primeras de cambio. Adelgazar para mejorar la salud es una necesidad que mucha gente conocemos pero que, por la razón que sea, no nos lleva siempre a "ponernos realmente a ello".

En este blog algunas personas (que nos conocemos personalmente en mayor o menor medida) vamos a ir contándonos los progresos (y retrocesos) a los que vayamos haciendo frente en el día a día. Sin juicios y sin "ya te lo dije". Como amigos y como compañeros de viaje.

El objetivo es sencillo: apoyarnos unos a otros y compartir las experiencias.