viernes, 9 de septiembre de 2011

Un poco de caos


Esta semana ha sido un poco caótica. En casa hemos disfrutado de exquisitas viandas y de dulces caseros que me han tentado con excesiva maldad. Tarta de queso con mermelada de frambuesa, turrón de chocolate con arroz, baclava casero... y de todo he podido comer gracias a que he estado haciendo equilibrios con todas las comidas.

Al final una cosa está clara: se puede comer de todo mientras se coma de un modo racional y controlado. Los abusos que he cometido este verano (de los que ahora, a toro pasado, me arrepiento) me llevaron a una conducta completamente irracional. Abusar de la comida (en todas sus variantes: bollería, helados, repostería, comidas pantagruélicas, picoteo a deshoras) me llevó a un progresivo hinchazón de mi cuerpo que yo, ufanamente, trataba de medir por medio del viejo truco de ver cuando cambiaba de agujero en el cinturón (y lo hice, claro).

La pesada al volver de vacaciones fue un mazazo esperado y demoledor. A fin de cuentas era la constatación de un fracaso que nacia de mi propia incapacidad para mantener la palabra dada. Un fiasco. Por eso ahora pretendo volver a la seriedad y la vocación inicial. Remarcarme los objetivos y seguir adelante.

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