lunes, 3 de octubre de 2011

Hecatombe


Llevo unas semanas excepcionalmente malas en lo que se refiere a la dieta. Muchas cosas han convergido y han provocado que me desate y me pierda. Demasiados compromisos que no he eludido, demasiada confianza en una creencia de "no pasa nada porque me salte un poquito la dieta". El resultado es este: vuelvo a la senda del engorde y me alejo muchísimo de mi objetivo. De hecho lo hago casi inalcanzable en la fecha que me he propuesto.

110,5 

¿Fracaso? Por completo. Me he retratado una vez más y vuelvo a las andadas del autoengaño y la flagelación íntima.

¿Las causas reales, de fondo? La ansiedad y la decepción. O, en otras palabras, la facilidad con la que sucumbo a mi propia debilidad hacia el comer. 

¿La solución? No lo sé. Creo que, en cierto modo, estoy luchando contra una parte de mi ser que es esencial. Lucho contra mis raíces. Lucho contra mis "tradiciones". Dicho de otro modo, desde los ocho o nueve años como mal ¿cómo puedo cambiar algo qué he hecho prácticamente siempre? 

Empiezo a creer que es una batalla perdida.