sábado, 17 de diciembre de 2011

Bastante mal, al final.

Hay que ver lo mal que ha ido, al final, este año en el tema de la dieta. Todos mis objetivos han saltado por los aires y me encuentro con que hemos llegado a las Navidades y he fracasado estrepitosamente pese a los esfuerzos que he dedicado al tema.

Por un lado, la verdad, no me sorprende lo más mínimo que me encuentre así. Es una cuestión de conocerme a mi mismo.

Así que, ahora toca enfrentarme al año 2012 con nuevos objetivos y energía renovada.

A ver que se puede hacer.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Vuelvo


¿Creíais que ya estaba todo dicho y hecho en lo que a perder peso se trata? Pues ¡no! De resultas que, tras un periodo más bien agitado y negativo, he decidido retomar en serio el tema de la dieta para lograr cumplir mis objetivos de este año.

Siendo justo conmigo mismo, he sido yo el único culpable de que las cosas se hayan torcido de manera alarmante en estos últimos meses. Me he dejado llevar y me he abandonado. Soy justo, digo, porque reconozco mis fallos y mis recaidas. Soy justo porque no quiero mirar fuera los problemas que tengo dentro. Soy justo porque reconozco que todo lo que tiene que ver con mi peso nace y muere en mis debilidades y mis anhelos.

Así que, si todo va bien, hoy retomo la senda de perder peso y volumen. Es difícil, como todos los reinicios y no cuento con todos los apoyos que podría esperar ya que la vida tiene demasiados aspectos que escapan a mi control. 

Así que, con ustedes, nuevamente: un gordo que quiere dejar de serlo.

lunes, 3 de octubre de 2011

Hecatombe


Llevo unas semanas excepcionalmente malas en lo que se refiere a la dieta. Muchas cosas han convergido y han provocado que me desate y me pierda. Demasiados compromisos que no he eludido, demasiada confianza en una creencia de "no pasa nada porque me salte un poquito la dieta". El resultado es este: vuelvo a la senda del engorde y me alejo muchísimo de mi objetivo. De hecho lo hago casi inalcanzable en la fecha que me he propuesto.

110,5 

¿Fracaso? Por completo. Me he retratado una vez más y vuelvo a las andadas del autoengaño y la flagelación íntima.

¿Las causas reales, de fondo? La ansiedad y la decepción. O, en otras palabras, la facilidad con la que sucumbo a mi propia debilidad hacia el comer. 

¿La solución? No lo sé. Creo que, en cierto modo, estoy luchando contra una parte de mi ser que es esencial. Lucho contra mis raíces. Lucho contra mis "tradiciones". Dicho de otro modo, desde los ocho o nueve años como mal ¿cómo puedo cambiar algo qué he hecho prácticamente siempre? 

Empiezo a creer que es una batalla perdida.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Un poco de caos


Esta semana ha sido un poco caótica. En casa hemos disfrutado de exquisitas viandas y de dulces caseros que me han tentado con excesiva maldad. Tarta de queso con mermelada de frambuesa, turrón de chocolate con arroz, baclava casero... y de todo he podido comer gracias a que he estado haciendo equilibrios con todas las comidas.

Al final una cosa está clara: se puede comer de todo mientras se coma de un modo racional y controlado. Los abusos que he cometido este verano (de los que ahora, a toro pasado, me arrepiento) me llevaron a una conducta completamente irracional. Abusar de la comida (en todas sus variantes: bollería, helados, repostería, comidas pantagruélicas, picoteo a deshoras) me llevó a un progresivo hinchazón de mi cuerpo que yo, ufanamente, trataba de medir por medio del viejo truco de ver cuando cambiaba de agujero en el cinturón (y lo hice, claro).

La pesada al volver de vacaciones fue un mazazo esperado y demoledor. A fin de cuentas era la constatación de un fracaso que nacia de mi propia incapacidad para mantener la palabra dada. Un fiasco. Por eso ahora pretendo volver a la seriedad y la vocación inicial. Remarcarme los objetivos y seguir adelante.

domingo, 4 de septiembre de 2011

De nuevo, en el camino


Ahora que el verano toca a su fin es el momento de presentar las cuentas de los excesos cometidos en el ámbito calórico

Como ya dije, entre la última pesada anterior al veraneo y la primera posterior al mismo, me encontré con que a base de deslices y descontrol había engordado la friolera de CINCO kilos. Es mucho en tan poco espacio de tiempo se mire como se mire. Un gran fracaso en alguien que pretende lograr un control permanente del peso. Pero lamentarse sin más no sirve de nada salvo para crear frustración y desánimo. Así que, lo mejor que puedo hacer es volver al camino de la dieta y del control y, sobre todo, de la paciencia.

Dieta, control y paciencia. La clave para volver a convertir en habituales los trucos aprendidos antes del verano para contener la ansiedad y enfrentarme a esa voracidad que es implícita a los que somos gordos. Y en esas estoy desde hace dos semanas (aunque no haya habido entrada en este blog).

No me quejo. La primera semana perdí 2 kilos, probablemente beneficiándome del hecho de que esos kilos no estaban "asentados" (Unai dixit) y de que respondían a la hinchazón propia de quien abusa del comer mal. Se fueron facilmente y de manera ordenada. Ahora toca volver a la rutina y regresar a la senda que me permita alcanzar mi segundo y gran objetivo: llegar a 98 kilos de peso en Navidad.

Así que, tengo por delante una batalla de once kilos más o menos que espero vencer definitivamente. De ese modo podré luchar por lo que realmente me apetece: mantenerme entorno a 100 kilos de peso máximo y no pasar de ahí nunca más (¡uf! nunca más suena un poco largo ¿verdad?).

lunes, 22 de agosto de 2011

¡Cinco kilos, oiga!

Cinco kilos he engordado durante mis vacaciones caloricamente enloquecidas en el pueblo. Se dice pronto y, viendo mi extraordinariamente nefasto comportamiento, se consigue igual de rápido. No hay excusa salvo un dejamiento masivo, una autocomplacencia vomitiva y una debilidad de carácter congénita.

No hay mucho más que decir.

Vuelvo a empezar.

domingo, 26 de junio de 2011

El kilo de la verguenza


Esta última semana ha sido infernal. Como se puede ver en la Pesada he cogido un algo más de un kilo de peso y sólo puedo señalar a un culpable: YO.

No he seguido la dieta ningún día y me he dado a una cantidad de excesos salvaje. Galletas y turrón de chocolate hechos en casa (tan ricos como hipercalóricos), desorden en las comidas al entrar en vigor el horario de verano en el trabajo y una cena con pizza justo la noche anterior a la pesada. Desde luego sabía que me venía un palo, sólo desconocía de qué cuantía. 1,2 kilos. Un retroceso que da que pensar.

La falsa sensación de controlar las cosas y de que esto es más fácil de lo que parece ha vuelto a hacerse presente. El autoengaño en estado puro. Y mira que me he dicho una y otra vez que ese es, precisamente, mi punto débil. Que esa es la conducta a modificar de una vez por todas. Pero parece que no consigo desligarme por completo de esta capacidad de torear a mi propia voluntad y conciencia ¡Pues que bien!

Un kilo ganado es, en realidad, algo así como un kilo y medio ganado en realidad, porque a lo que no he perdido esta semana (medio kilo está siendo una media habitual) sumo lo que sí he ganado (ese kilazo). Tiempo perdido de cara a mi objetivo final y bofetada a la moral. Malo, malo.

¿Cómo seguir adelante? Un resultado tan malo ¿es definitivo para tirar la toalla? No, claro que no. Pero sí que toca replantear algunas cosas y recalibrar los medios. Seguiré usando el mismo método pero adaptado a mis nuevas necesidades y limitaciones. Porque hay dos cosas que están demostradas:

1ª El método, bien aplicado, funciona a la perfección.
2ª Soy capaz de aplicarlo sin grandes sacrificios.

Así que el problema (más allá de engañarme a mi mismo) reside actualmente en lo complicado que se ha vuelto mantener el ritmo de comidas con el nuevo horario en el trabajo. Estoy seguro de que si vuelvo a la regularidad todo lo demás volverá a su sitio de cara a la semana que viene. Por lo tanto, toca centrarse de nuevo en lo que pretendo (quitarme este sobrepeso que me genera tantos problemas de salud) y en asumir que adelgazar es algo que se hace poco a poco ya que el cuerpo tiene sus ritmos y hay que respetarlos.

Una buena noticia es que esta semana he tenido la revisión médica anual y todos los parámetros han salido correctísimos. La tensión muy buena 12/7, las transaminasas otra vez normales (después de tres años algo por encima de lo recomendable) y el colesterol en su sitio. Sigo viendo bien (con gafas, claro), mi capacidad pulmonar es la correcta, la capacidad auditiva sigue en su sitio... estoy preparado físicamente para seguir adelante con la dieta.

¡Leñe, si lo tengo todo a favor! Si no gano esta guerra es porque no quiero y no me da la gana.