lunes, 22 de agosto de 2011

¡Cinco kilos, oiga!

Cinco kilos he engordado durante mis vacaciones caloricamente enloquecidas en el pueblo. Se dice pronto y, viendo mi extraordinariamente nefasto comportamiento, se consigue igual de rápido. No hay excusa salvo un dejamiento masivo, una autocomplacencia vomitiva y una debilidad de carácter congénita.

No hay mucho más que decir.

Vuelvo a empezar.